La sola expresión de la palabra LIDERAZGO nos lleva a pensar en el ejercicio de la influencia en otros. Al hablar de Líder hablamos de seguidores, de dirigir, guiar y motivar, estas son aptitudes fundamentales de quien desee llamarse o se le reconozca como Líder. Todo esto nos puede desviar a pensar más en el seguidor que el promotor, alejarnos del real inicio del círculo virtuoso implícito en el liderazgo.
¿Dónde se inicia el círculo virtuoso del liderazgo?
Bernad Bass en su libro ” From Transactional to Transformational Leadership: Learning to Share the Vision” expone tres teorías de cómo podemos ser o hacernos líderes: La del Atributo, que nos presenta a aquellos seres humanos capaces de influir en los demás desde casi siempre, con talento natural (en esta teoría también están los que se valen no necesariamente de motivaciones trascendentes y hasta podrían impostar anti valores) La teoría de los Grandes Acontecimientos, que hacen “explotar” líderes circunstanciales, los que emergen ante una crisis o acontecimiento extraordinario. Finalmente la teoría de La Transformación, donde todos podemos convertirnos en líderes si aprendemos las destrezas necesarias. Esta es la teoría más aceptada por los académicos del tema en la actualidad.
Si aceptamos esta última como la mejor opción ¿Dónde deberá iniciarse la transformación del prospecto de líder de cara ejercer liderazgo? ¿Se puede dar o compartir lo que no se tiene? Estoy convencido, este círculo virtuoso se inicia con el conocimiento profundo de uno mismo, el gran proceso de transformación es primero personal, luego puedes adquirir las competencias que te permitan ejercer el estilo de liderazgo que la situación amerite.
¿Qué implica ponerte al inicio de este proceso?
Creemos y seguimos a un determinado líder no necesariamente por sus atributos sino más bien por sus actos, acciones o reacciones ante determinadas demandas o circunstancias. Es en esas situaciones donde reconocemos o validamos su condición de líder. Si nuestras re-acciones o maneras de actuar, determinan una conducta capaz de crear credibilidad y estas sabemos, están condicionadas por nuestras emociones, pensamientos y creencias (ver PEA en este blog), es allí donde debemos iniciar el proceso de transformación de cara a desarrollar el círculo virtuoso de lo que en mi grupo de trabajo (In Humanum Coaching) denominamos, LIDERAZGO EMOCIONAL. Re-descubrirte Líder Emocional, implica gestionar tus emociones, descubrir tus máscaras, cambiar tus creencias para tomar el control de ti mismo, crecer desde el dar y compartir, respetar y finalmente influir. Un líder solo puede dar o compartir lo que se reconoce tener.
¿Cómo echamos a girar el círculo virtuoso del Liderazgo Emocional?
Con el control de tus emociones y las re-acciones vinculadas, desde el cambio de creencias y pensamientos limitantes, puedes proyectarte a “el otro” respetarlo, otorgarle espacio, responsabilidad y ser capaz de influenciarle positivamente desde una base empática y propositiva.
Si la Inteligencia Emocional aportó a la sociedad, la necesidad de comprender las emociones del “otro” desde la empatía, para mejorar las relaciones y favorecer la vida y trabajo en comunidad, el Liderazgo Emocional aporta la necesidad de transformarte desde tu esencia y no solo cambiar según las demandas externas, para desde allí y no desde el “personaje” puedas proyectar, proponer e influenciar, ser y ejercer el modelo de liderazgo que la situación amerite, sin inventarte.
Compartir una visión, articular las competencias de un equipo, comunicar una estrategia, resolver una crisis, lograr objetivos a través del potencial de otros y hacer esto de manera sostenible, será posible para un Líder Emocional. Además, este líder podrá ser autentico, feliz y pleno en el proceso, convirtiendo este efecto en su principal motivación y herramienta de persuasión.
Fuente: nestormontestruque.com
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